De Dos A Tres: Navegando Las Aguas De La Paternidad
La llegada de un bebé es uno de los eventos más transformadores en la vida de una familia. No solo marca el inicio de un nuevo vínculo, sino que también desencadena una serie de cambios emocionales, físicos y relacionales que pueden generar tanto alegría como estrés. Este momento puede entenderse como una etapa de transición vital, con todo lo que implica: adaptación, duelo por la vida anterior y crecimiento personal.
Desde el nacimiento, madres, padres y cuidadores principales pueden experimentar un cúmulo de emociones: amor profundo, asombro, miedo, tristeza, ansiedad e incluso culpa. Esto es normal y esperable. La teoría del apego (Bowlby, 1969) nos ayuda a comprender cómo el establecimiento del vínculo afectivo entre el bebé y sus cuidadores es fundamental para su desarrollo emocional futuro; cada gesto, mirada y contacto con el ese ser puede generar una profunda conexión emocional.
Ahora veámoslo desde el punto de vista de lo que sucede químicamente, pues la oxitocina, conocida como “la hormona del amor”, se libera durante el contacto piel a piel, la lactancia y el cuidado, favoreciendo ese vínculo entre madre/padre y bebé (Uvnas-Moberg, 2003). Esta etapa permite desarrollar una sensibilidad emocional única que fortalece el apego seguro.
Y es que, si bien es fundamental desarrollar esta conexión, los nuevos padres deben trabajar también en su fortaleza mental y física, pues este acontecimiento que desde el amor es transformador, conlleva también sacrificios y esfuerzos, tales como noches sin dormir, preocupaciones constantes, pérdida de rutinas personales y una identidad que cambia. Temas que cuando socialmente se idealiza la maternidad y paternidad se desdibujan y, en ocasiones, nos toman desprevenidos.
Estudios de la psicología perinatal reconocen el impacto de estos cambios y la importancia de validar las emociones difíciles. Sentirse agotada o sobrepasada no significa “ser mala madre o padre”; significa ser humano. Además, la llegada de un bebé puede cambiar la dinámica de pareja y las relaciones familiares. Según algunos estudios (Feinberg, 2002), el estrés postnatal puede generar conflictos o distanciamiento si no hay comunicación efectiva y apoyo mutuo. También es vital el apoyo de la red social: abuelos, amigas, vecinos o incluso grupos virtuales de apoyo.
Así que, querido lector/a, si estás pasando por este momento en tu vida, te invitamos a aplicar estos consejos que te ayudarán a prepararte conscientemente para dicha etapa, permitiéndote vivir el amor pleno y balancear todos los ámbitos de tu vida que siguen siendo importantes y necesarios.
• Aceptar el caos inicial: comprender que los ritmos del bebé no siguen patrones adultos. Los primeros días pueden parecer desordenados, y eso está bien. No se trata de tener el control, sino de ir encontrando el nuevo ritmo familiar.
• Buscar y aceptar apoyo: ya sea profesional (psicólogos perinatales, médicos), familiar (madres, hermanas, amigas) o comunitario (grupos de apoyo, redes sociales confiables). Pedir ayuda no es señal de debilidad, sino de fortaleza emocional.
• Darse permiso para sentir: aceptar todas las emociones sin juzgarlas. Es normal tener días de profunda felicidad y otros de tristeza o ansiedad. Validar las emociones permite transitar el proceso sin culpa.
• Cultivar el autocuidado: aunque sea con pequeños gestos. Comer algo nutritivo, tomar una ducha sin prisa, dormir en turnos o simplemente respirar profundamente unos minutos. El bienestar del bebé también depende del bienestar de su cuidador.
• Fomentar la comunicación en pareja: hablar de lo que se siente, escuchar sin juzgar y negociar nuevas formas de acompañarse. Ser padres no debe implicar dejar de ser pareja.
• Conectar con el bebé desde la presencia: no se trata de ser perfectos, sino disponibles. Mirarlo, hablarle, abrazarlo. Estos pequeños momentos son la base del vínculo afectivo.
Dicho esto, es preciso entender que la llegada de un bebé a casa es una experiencia emocionalmente intensa, rica y a veces contradictoria. Integrar tanto lo luminoso como lo desafiante es clave para transitar esta etapa con mayor conciencia y compasión.
Referencias:
• Bowlby, J. (1969). Attachment and Loss. Basic Books.
• Uvnas-Moberg, K. (2003). The Oxytocin Factor: Tapping the Hormone of Calm, Love, and Healing.
• Feinberg, M. E. (2002). Coparenting and the transition to parenthood: A framework for prevention. Clinical Child and Family Psychology Review.
Un poco sobre mi experiencia personal
Como mamá, ahora sé que la llegada de un bebé es un viaje cargado de emociones intensas, que van desde el amor más profundo hasta los miedos más abrumadores. Mi experiencia, como la de muchas otras mamás, no fue fácil. Tener que dejar a bebé tan pequeña en casa mientras debía ir a hospitalización dejó huellas, no solo en mi cuerpo, sino también en mi mente y corazón. En esos momentos, me encontraba llena de dudas y frustraciones. Sentía que, por más que intentara, no estaba siendo la madre perfecta que tanto había soñado ser. Sin embargo, también aprendí que no existe tal perfección. La presencia activa de mi pareja y el apoyo incondicional de mi mamá fueron cruciales para que pudiera seguir adelante.
Hemos aprendido como familia que es importante una participación activa, a conversar cuando sentimos que el cansancio se apodera de nosotros, a navegar las noches sin dormir, admirar las sonrisas de bebé mientras duerme, querer retratar cada recuerdo en una foto, disfrutar los momentos de estimulación sensorial, y apreciar el apego y amor cuando la bebé queda dormida en el pecho.
Mamita, que me está leyendo, no te juzgues, no te sientas insuficiente. Si tenemos el don para dar vida es porque tenemos naturalmente las capacidades, la fuerza y la resiliencia para hacerlo, prepárate, respira y vive esta etapa con todo lo que eres.
Aura Cristina Gómez Moreno
Psicóloga
Asesor Familiar De Duelo